Las madres y padres, intentamos por todos los medios que nuestros hijos no sufran. ¿ Pero es posible?
Seguramente en la mayoria de los casos la respuesta es NO.
Cuando son pequeños de cierta manera “dirigimos” sus vidas y nos parece que siempre va a ser así. Pero cuando van creciendo, tomando sus propias decisiones, haciendo lo que les parece lo correcto o lo que más les gusta, tomamos conciencia de que los hijos no son nuestros , que son vidas independientes y no podemos, por mucho que lo intentemos evitarle sufrimientos.
Muchas veces, nos gana la impotencia de saber que la decisión que toman no es la correcta, pero la vivencia es lo que les dará o no la razón de sus elecciones.
Las madres, muchas veces tratamos de que no pasen por momentos que ya vivimos, y por eso aconsejamos, tratamos de hacer entrar en razones, pero la regla es que si no lo viven por si mismos, seguramente, no tendremos forma de evitarles pasar por la vida, que está llena de tropiezos, piedras en el camino, como grandes ilusiones y felicidad.
No podemos crear una burbuja en la que solo existe lo bueno, ya que tarde o temprano, atravesarán momentos difíciles.
Si no los dejamos crecer, caerse y volverse a levantar, lo único que lograremos será que lleguen a adultos sin la capacidad de decidir o resolver situaciones, que inevitablemente tendrán que pasar.
Es cierto que hay muchas experiencias que las madres ya pasamos y sabemos que se están equivocando, no tenemos forma de evitarlas, ya que seguramente el o la joven pensará” a mi no me va a pasr lo mismo”, y muchas veces es real y los equivocados somos los padres.
Con esto quiero decir que no es posible transmitir nuestras experiencias a los hijos, ellos mismos las tendrán que vivir, para poder crecer y madurar,de esta forma sabrán enfrentar la vida con seguridad e inteligencia.
Lo que si debemos es hacerles saber que siempre estamos, tanto es sus alegrias, desaciertos y equivocaciones, que nuestro amor es incondicional.
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